miércoles, 14 de noviembre de 2012

si pudiese estar puramente presente, desvelado, desnudo, extranjero, si en el límite un logos no diferido fuese posible, no seduciría  No arrastraría a Sócrates, como bajo los efectos de un fàrmakon, fuera de su camino. Anticipemos. Ya la escritura, el fármakon, el desvío.
J. Derrida, la farmacia de platón

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