viernes, 16 de noviembre de 2012

Paramos a comer hierba silvestre, la Diosa tenía hambre. Para subsanar nuestro dolor anterior al desentierro y porque yo también tenía hambre, preparé una brochete con una ramita. Enrosqué la hierba como un cable de teléfono espiralado y le intercalé: una flor de lavanda, una hoja de eucalipto, un pedazo de junco tierno y pasto intenso. Acompañamos el brunch con café que yo tenía en un termo.

-Esto es una comida frugal, qué contenta estoy- se notaba que lo decía en serio.
-No sabía qué quería decir frugal hasta hoy. Así que esto es algo frugal. Es armónico con el tiempo del paisaje, si seguimos caminando a este ritmo, sin hablarnos, nosotras también vamos a volvernos frugales, ¿es así?
-Ojalá que sí! Sólo volvería a hablarte durante el camino si podemos mantener un diálogo frugal.
-Como una charla entre esencias
-Puedo silbar, eso sí, y el silbido diría todo resumidamente. Iríamos produciendo íconos en el camino: silencio-silbido- silencio-nos agarramos de la mano- silbido- silencio-
-Pero qué conversación tan misteriosa estamos teniendo, vos me escuchás?- Dije que sí.

Todo esto pasaba de mente a mente, porque no nos hablábamos pero nos llegaba todo.

-Realmente, no nos estaremos volviendo locas?
-No, no, no! No te preocupes que yo escucho todo, ahí me escuchás?
-Sí!, sí! te escucho! O mejor dicho: te siento!
-Perfecto! es perfecto! En realidad no es del todo feliz pero es perfecto
-Mirá que igual por ahí yo me estoy imaginando todo esto, y/o vos te estás imaginando todo esto, y en ese caso una de las dos o ambas estamos locas, locas!- ya en este punto no se entendía si era todo una alucinación, si estas personas existían, si se estaban comunicando en el silencio, si existía ese campo, si alguna vez comieron la hierba silvestre, si hubo realmente un termo de café, si yo existía para mí misma en mi mente o si ella, la Diosa, existía. Ni tampoco si yo estaba solo en su mente y peligraba de existir si ella dejaba de imaginar que hablaba conmigo.

-Alguna vez tenemos que ir a visitarlo a Plutón, le debemos de alguna manera estar acá. Yo nunca habría cavado ese pozo si él no me decía.
-Es verdad, si alguna vez volvemos para este lado lo tenemos que visitar.

Brisa. Bichos. El diálogo siguió un tiempo más, la frugalidad de esas palabras mente a mente era tan económica que daba lástima volver a emitir sonidos. Igual en algún momento iba a hacer falta pero cuando llegara ese día se vería qué hacer.


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